miércoles, 31 de marzo de 2010

La Radio y los días. La invasión.


28 de marzo de 1973. 2 de la mañana.
No llegó. La patrulla que la semana pasada nos cayó como si adivinara que esa noche pensábamos tomar la tierra, no llegó. Pero tampoco han llegado todas las familias comprometidas con la invasión. De las cien que nos logramos reunir en las juntas de la colonia Moctezuma para preparar la invasión, esta noche, a la hora de la verdad, apenas llegamos a treinta y cinco. Nadie más va a llegar, todos lo sabemos. A esta hora y en la orilla de la ciudad, ya nadie se aventura.
Nos volvemos a asomar. Despacio, muy apenas, porque si nos ve la policía, seguro que ya no se va a tragar que a estas horas estamos en una junta. La calle sigue sóla. Ni policías, ni compañeros, sólo el miedo o el valor saldrán por esta puerta de la escuelita con nosotros. Porque tiene que ser ahora, o no será.
Ya están pidiendo opiniones. Todos estamos en lo mismo. Somos pocos, pero decididos. Si no invadimos ahora, la próxima vez nadie vendrá. Judith ya guardó su guitarra. Cómo nos ha dado ánimo esta mujer. Ella ha tenido mucho que ver con que el ánimo no este caído. Oír a Judith Reyes cantar las canciones que le costaron persecución y la cárcel, saber que esa voz no la pudo callar el asesino Díaz Ordaz, tenerla ahí deseándonos valor y suerte, nos ha dado fuerza. Y tener el apoyo de la gente de San Cosme. Ellos ya supieron lo que era invadir hace año y medio. Sólos, contra todo el poder del gobierno y no los pudieron sacar. Ahora nos han cobijado y estamos por salir ya de su escuela.
-- ¡Que todo mundo recoja sus tiliches!—
Unas tablas viejas, cartones, sábanas, eso será nuestra casa, si nos dejan. ¡Si nos dejan!—dice doña Juana, que no deja de chupar sus cigarros. ¡Pos si no les vamos a pedir permiso, no les vamos a tener miedo a esos cabrones… Si ellos los traen colgando, nosotras los traemos dentro! dice desafiante. La arenga es festejada y rápidamente silenciada, pues ya estamos saliendo.
Hay niños. Viene una señora con un muchacho con muletas. ¡El se sabe defender muy bien con su muleta! – dice la madre. Y en el grupo hay gente que ya ha probado la represión en otras invasiones. La policía se ha dado gusto golpeando a hombres, mujeres o niños. ¡No más desalojos! -nos hemos prometido. Pero además no tenemos a dónde ir. Ya tocamos muchas veces a las puertas de la autoridad, puertas que nunca se abrieron. Ya entregamos mucho dinero, aunque haya sido poco, para nosotros es mucho, y sólo para que nos estafaran. No pueden desalojarnos, estamos seguros, porque nos quedamos aquí o nos darán alojo en la cárcel, o en un pozo. Estamos decididos.
Ya estamos frente a la cerca, caída de vieja en algunas partes. Nuestra primera prueba de fuerza colectiva: echamos abajo la cerca totalmente. Alguien pensó que era bueno llevar la bandera mexicana por delante. La silueta nos sirve de guía en la madrugada oscurísima y como que sí, como que nos anima a reclamar ¿qué, no somos mexicanos? ¿qué, no merecemos un miserable rincón de esta tierra para criar a los hijos? Nosotros levantamos edificios y las residencias de los poderosos ¿no podemos tener un pinche techo para sus futuros esclavos?
-- ¡A extendernos, cada quien limpie su terreno! – Nuestro terreno, así se oyó. Es cierto, este será nuestro terreno. El que se dice dueño no lo ha de necesitar, puesto que lo ha tenido tantos años sin fincar. Brillan los machetes, para empezar a tumbar maleza. Se siente el frío, mucho frío, aunque ya estamos en primavera. ¿O serán los nervios? Ahora todo depende de quién llega primero cuando el amanecer anuncie que al fin se hizo lo que tantos ojos anhelaron al pasar ante esas tierras que parecían invitarnos a poseerlas. ¿Llegará la gente? ¿O llegará la policía? “Si resistimos tres días, ya no nos sacan” – dicen Agustín Acosta y Pancho Herrera, los veteranos de la invasión. Sólo que para llegar a los tres días, tenemos que resistir primero esta mañana. ¡Aguantar las primeras horas a como de lugar!--corremos la voz, porque sabemos que el Monterrey de los pobres está reventando por falta de vivienda. -- Todo es que la gente vea que ya hicimos punta y vendrán a invadir –nos decimos entre nosotros para darnos confianza.. ¡Seguro que vendrán! Ya empieza a clarear. Pero ¿llegará la gente antes que la policía?

domingo, 21 de marzo de 2010

MISTERIOS DE LA VIOLENCIA (por Víctor Orozco)

A propósito de los asesinatos ocurridos en el Tec de Monterrey, en otras partes de la República se están haciendo las mismas preguntas que ahora se hacen aquí. La muerte lamentable de estos jóvenes brillantes, alumnos de unos de las más importantes instituciones privadas de educación superior en el país ha sido imposible de ocultar más allá de 12 horas; ojalá haga reflexionar sobre los casos de otras víctimas que ocurren diariamente, pero que son invisibles para los grandes medios de difusión porque se trata de indígenas, campesinos o trabajadores pobres de la ciudad. De ello trata el artículo que nos envía Víctor Orozco.

Misteriosa violencia, por VICTOR OROZCO
El pasado lunes a las ocho de la mañana recibí un correo de una persona quien desde Creel comunicaba que hacía más de tres horas se encontraba con su familia pecho a tierra escuchando una incesante balacera en las calles. Al día siguiente, supimos por la prensa que una gavilla de comandos armados había tomado el pueblo, asesinado a ocho personas y herido a otras tantas. También se informó que efectivos militares y policías exploraban los caminos aledaños a Creel y San Juanito buscando a los autores de los crímenes, quienes se transportaron en diez y seis camionetas.
La maravilla de las comunicaciones modernas: centenares o miles de personas en todo el mundo nos enteramos en tiempo real de la tragedia que estaba ocurriendo en este centro turístico de la sierra chihuahuense. Con certeza entre los informados estaban los parientes de los visitantes europeos que usualmente llegan allí a bordo del ferrocarril. (Por cierto, el único de pasajeros que nos quedó en el país después del desmantelamiento zedillista). Sin embargo, de la atrocidad no pudieron darse cuenta los militares y policías ubicados en retenes colocados a lo largo de la carretera desde la ciudad de Chihuahua, quienes hubieran podido llegar al pueblo y aprehender a los delincuentes. Por el lapso que duró el asalto y tomando en cuenta la capacidad de traslado de tropas que tienen hoy las fuerzas armadas, de hecho podrían haberse transportado desde la ciudad de México y llegar a tiempo. No lo hicieron, cuando es seguro que los teléfonos de las oficinas y los celulares de los oficiales timbraban sin cesar. Y nadie sabe porque no se movieron. Es un misterio.
Sigue siendo de igual manera un enigma porque en Ciudad Juárez, los llamados sicarios pueden atravesar la ciudad, llegar a una fiesta, a un bar o a un funeral y ametrallar a los presentes, sin que ninguno de los miles de soldados y policías que recorren sus calles los detengan y ni siquiera adviertan la presencia de sus ostentosos vehículos. O cómo es que en Reynosa y Camargo, circulan camionetas llenas de hombres armados e identificadas con letreros presuntamente asociados al cártel del golfo. Ninguna autoridad las ataja, no obstante que siembran el terror a su paso.
Hace poco, preparando una reseña para el libro Las Armas del Alba de Carlos Montemayor, releía los Extras que entonces se acostumbraban, sacadas por el periódico Norte de la ciudad de Chihuahua. El asalto al cuartel de Madera, sobre el cual versa la novela, ocurrió en la madrugada y duró menos de una hora, pero puso en movimiento inmediato a todo el aparato del estado, desde el gobernador hasta los secretarios de Gobernación y Defensa. Por supuesto, al presidente de la República. Muy pronto arribaron varias columnas de soldados y desde al aire, un batallón de paracaidistas. Eso fue hace cerca de medio siglo, cuando las comunicaciones eran bastante primitivas si se comparan con las de hoy en día. Y, me pregunto, ¿Actuarían igual las tropas si los atacantes en Creel fuesen guerrilleros en lugar de delincuentes?. ¿Recibirían las mismas órdenes de no intervenir que probablemente les trasmitieron sus altos mandos?.
El procurador general de la República y el secretario de seguridad pública, entretanto, se ufanaron hace poco en ofrecer a la concurrencia convocada por el presidente, un elegante power point mostrando los avances reflejados en la disminución de los crímenes. A los funcionarios les parece incomprensible que nadie haya creído en sus números. Ni un solo despistado han podido conquistar para su versión. Tal vez si abandonaran sus bunkers de la ciudad de México y cambiaran su residencia por un mes a Ciudad Juárez o al menos al estado de Chihuahua, para vivir en las mismas condiciones que la mayoría, entenderían la causa de la incredulidad ciudadana. Hasta ellos desconfiarían de las estadísticas oficiales que contradicen a los recuentos y a las evidencias diarios. Es más, si se tratase de servidores públicos sensatos y congruentes con sus deberes, acabarían por desechar la escenografía, repudiar la faramalla del combate a la delincuencia y renunciar a sus puestos. ¿Lo harán?.
Muchos, muchísimos otros aspectos de esta guerra inverosímil están envueltos en la bruma. Se repite constantemente que en las calles de las ciudades y en los campos, los grupos de narcotraficantes libran una batalla en la que se están aniquilando. Sin embargo, muy poco sabemos de las víctimas. Sólo en raras ocasiones se difunden sus perfiles: si eran estudiantes, profesores, obreros, empresarios. Las autoridades no muestran interés en llevar a cabo un seguimiento sistemático de quiénes son los muertos y los heridos. Apenas si se consignan nombres el día de las ejecuciones y luego, pasan a ser una pura cifra en los registros periodísticos. El primer dato, como se sabe, para descubrir a un criminal lo proporciona su víctima. En el México de estos tiempos, no hay espacio para averiguar casi nada. Así que hemos de conformarnos con supuestos y con esas extendidas inferencias-imputaciones: “En algo andaría”, “Son pleitos entre pandillas”. Pero, no salimos del misterio. Tampoco lo hacemos cuando se oye de las organizaciones y personajes del crimen. Escuché a un periodista la semana pasada aseverar que no existen los tales carteles. Ni la Línea, ni la Familia, ni los Zetas. También los famosos criminales sean quizá pura invención: ¿Quién ha sabido del afamado Chapo Guzmán a ciencia cierta?, me insistía el reportero. Es probable que tal percepción constituya una desmesura en el escepticismo generalizado, pero no carece de fundamentos. Basta una cartulina, una declaración de algún reo –casi siempre inducida- una nota periodística y ya está: tenemos una nueva agrupación criminal o corroboramos la existencia de alguna fantasma.
Otro enigma: ¿Cómo es posible que la policía logre identificar al autor de decenas y aún centenares de homicidios apenas sí se le aprehende?. No hay lector que pueda evitar la perplejidad cuando se informa que sutano o mengano confesó la comisión de todos estos incontables asesinatos, secuestros y extorsiones. ¿Llevaría una cuenta puntual sobre personas, tiempos y lugares?. Y, suponiendo que excepcionalmente se detuviera a uno de estos sicarios expertos en la contabilidad y en los registros de datos o al menos propensos a estos ejercicios: ¿Cómo es que el caso se repite una y otra vez?. ¿Todos son contadores?.
Podría agrandar la lista de misterios sobre la violencia delictiva que golpea cada vez con mayor dureza y a una geografía cada vez más extensa en el país. Quedémonos con éstos. Son suficientes para revelar no sólo el fracaso de la estrategia oficial para frenarla, sino también para entender las razones alimentadas hoy por la mayoría de los ciudadanos para exigir que el ejército salga de las calles y regrese a los cuarteles, que se conformen cuerpos policíacos inteligentes y se acabe con la impunidad –casi absoluta- que socava a la nación. Y también, que renuncien a sus puestos los funcionarios públicos responsables de este monumental y sangriento desastre.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Acerca del desplegado de FEMSA a favor del estadio | Antonio Hernández

(Tomado de la página del Colectivo Ciudadano en Defensa de La Pastora, 16 de marzo de 2010.)
El estadio de fútbol Monterrey como parte del Gran Parque Ecológico La Pastora, es una obra que promueve afectaciones ambientales severas e irreversibles. La información que FEMSA hace pública en su comunicado sobre el proyecto tiene falsedades, y engaña a la población.
El estadio no es proyecto de interés e utilidad pública. No cabe en lo que establecen las leyes para esos conceptos. Tiene una base artificial que no le sirve para sostenerse y justificarse. Por ello requiere el apoyo de movilizaciones inducidas, la gestión benévola de congresistas locales, y el respaldo inmoral del gobierno de Nuevo León.

Bienes públicos concesionados a particulares y el despojo a la comunidad.
Dice FEMSA que existen bienes públicos que son concesionados a particulares para ofrecer un servicio a la comunidad, citando ejemplos conocidos como el Mercado Juárez, Puente del Papa, Mercado Colón, Estadio de Beisbol Monterrey, entre otros, buscando justificar el absurdo de solicitar un bien público para su negocio privado. ¡Lotería!, debió exclamar la empresa cuando se dio cuenta de la tendencia entreguista del gobierno.
La posesión del bien público se mantiene permanente y no debe ser condicionada, como lo hacen ahora las empresas que ostentan la propiedad de lo que antes fue de la comunidad. Hay dos ejemplos. Tome su bicicleta, recorra la ciclopista a lo largo del Río Santa Catarina, y en un punto de la misma, ya no podrá avanzar, porque se encuentra el Parque Río, y resulta que el ingreso a esa zona, tiene un costo. El paso por el Río Santa Catarina, bien público que debiera beneficiar a la comunidad, no es posible, porque el ayuntamiento de Monterrey lo concesionó a una empresa, que cerró el ingreso, y cobra por iacceder a sus instalaciones. El bien público se volvió privado y negocio de una empresa.
El Parque Fundidora es el ejemplo emblemático. La posesión de ese bien público nunca ha sido plena. Los espacios privados dedicados al negocio y lucro que ahí se encuentran (que superan a los que promueve el estado), son caros y el acceso a estos de la totalidad de la población no esta garantizado. Plaza Sesamo, Cintermex, Holiday Inn, Casa de los Loros, Arena Monterrey, Auditorio Coca Cola, una pista de carreras. Cada uno de esos negocios se encuentra dentro del territorio de un bien público, todos tienen como parte de sus actividades la generación de ganancias económicas, realizan actividades que no están al alcance de la totalidad de la población, y lo reprobable de ello, es que su actividad empresarial la realizan aprovechando los valores del espacio público por excelencia en la ciudad. ¿Cuál es el servicio que dan a la comunidad esos negocios? Ninguno efectivo, el servicio es el negocio para si mismos, a costa del patrimonio público, esquema que exige con insistencia para si, FEMSA.
¿Regalar a FEMSA 25 hectáreas para promover un estacionamiento y afluencia turística a la ciudad? ¿Esas son ahora las razones que tiene la empresa para justificar el despojo? Esa es la idea de Fomento Económico (eso si, sin lucro), así lo publica en su desplegado.
¿Que es de mayor interés público? ¿Regenerar 25 hectáreas para recuperar lo integro del bosque de La Pastora, o usar el área pedida por la empresa para construir ¡un estacionamiento! que requiere el estadio? Así lo ha dicho FEMSA. El estadio requiere más de 20 hectáreas para estacionamiento, buscando sustentar la petición de 25 hectárea para esa obra.

El estadio y los daños a la “ecología”.
Dice FEMSA que es falso que se dañará a la ecología de la zona. La ecología es una ciencia, como las matemáticas, botánica, zoología y cualquier otra. En sentido estricto, nadie va por la vida destruyendo la Parasitología o la Estadística, mucho menos la Ecología. FEMSA no puede dañar la ecología, aunque en este triste mundo material, parece que todo es posible.
Lo que si hará, es dañar la biodiversidad, la riqueza natural que se encuentra en el bosque de La Pastora. Remover 25 hectáreas de vegetación, de un estimado total de 200, si configura un daño ambiental irreversible. La remoción completa de 250,000 metros cuadrados de vegetación para construir el estadio y su estacionamiento no admite mitigación ambiental alguna. ¿Cómo remedias la desaparición irreversible de esa vegetación? ¿Colocando cemento y pavimento donde antes había flora diversa? Eso si es destruir la diversidad natural. ¿O estableciendo 1,100 árboles donde hay mucho más que ese numero? ¿Creando “jardines captadores de lluvia” donde hay un bosque que cumple esa función de modo perfecto? Las justificaciones “ecológicas” de FEMSA no tiene razón de ser. Los beneficios ambientales que en su generosidad sin limites nos quiere dar la empresa, ocurre que se presentan de manera cotidiana. No las necesitamos. Al menos no en el espacio de la comunidad, como excusa para el negocio y el estadio.

Vialidad.
¿Se justifica regalar a FEMSA el bosque para que lo use 20 horas al año, por espacios de 2 o 3 horas? Así lo dice en su desplegado para convencer que el estadio no causara caos vial. 60 horas estimadas anuales, según la información de la empresa. ¿Son las 60 horas anuales de interés e utilidad pública? Más de 8,000 horas tiene un año y FEMSA quiere despojar el bien público para usarlo 60 horas anuales. Eso no es de utilidad e interés público. ¿Quién esta mintiendo?
¿Que impulsa a FEMSA? ¿El negocio de construir un estadio en un terreno con los mayores valores económicos y naturales, o el interés de beneficiar a la ciudad con mejores vialidades?
La empresa tuvo en concesión el uso de un bien público. Controlaba administrativa y financieramente el estadio Universitario, de la Universidad de Nuevo León. En 1996 y hasta 1998, negaron el uso del estacionamiento del estadio a la población estudiantil. El desorden vial fue memorable. Sencillamente no era posible hallar un estacionamiento en toda la Universidad. La educación universitaria si es de interés público, y FEMSA actúo en sentido contrario a esa utilidad, cuando pudo hacerlo a favor. ¿Por que creerle ahora, si los hechos muestran que miente?
Pedro de Alba, columna vertebral de Ciudad Universitaria, es una avenida que en días de partido, se vuelve un caos vehicular. 13 años después de que esa empresa tuvo en posesión el bien público llamado Estadio Universitario, ni una sola mejora vehicular a las calles aledañas implementó. ¿Por que en Guadalupe si, y en Ciudad Universitaria no? ¿En una se vislumbra el gran negocio y en la otra, mientras se tuvo el lucro asegurado, no vio la necesidad de invertir más?

Parque ecológico: Conservación de la biodiversidad como excusa para el despojo.
El gobierno de Nuevo León modifico los esquemas de manejo de la Reserva Natural Sierra de la Silla para que ahí se construyera el Arco Vial Sureste y detonar la urbanización del área protegida. El mismo gobierno decreto la creación del Nuevo Parque Ecológico La Pastora, como apoyo para la construcción del estadio de los Rayados. El estadio requiere vialidades que estén al interior del Nuevo Parque, y las reglas administrativas que rigen el manejo de este, permiten la instalación de infraestructura para el desarrollo de actividades deportivas. Infraestructura en el área natural protegida La Pastora para el estadio. Que casualidad las coincidencias. El gobierno estatal promoviendo negocios privados a costa del patrimonio comunitario.
El modelo de parque ecológico que las autoridades han promovido en la zona conurbada de Monterrey, y que FEMSA usa como excusa para el estadio, no es congruente con valores que respeten la diversidad natural. En todos los casos, incluidos los parques La Pastora, Pipo, La Silla, Ciudad Despierta y Tolteca, la autoridad ha consentido la remoción de la vegetación ribereña, sustituyéndola por cientos de metros cuadrados de pavimento y cemento.
La vegetación a la orilla del río La Silla es relevante por las funciones que tiene. El bosque ribereño en La Pastora es vital para la vida silvestre. Es un corredor biológico por el que puede desplazarse la fauna y conecta de manera directa con el Monumento Natural Cerro de la Silla. El río La Silla se conserva con una calidad del agua mediana gracias a la vegetación que existe en su ribera. Esta funciona como un filtro natural para los contaminantes que se vierten en su cauce, como son las descargas de drenaje existentes. Esa misma vegetación sirve para retener avenidas de agua durante las crecientes del río. Ante la ausencia de esta, las inundaciones serán inevitables.
¿Por qué permitir que siga el modelo vigente de parque ecológico, si este implica remover lo natural que nos descontamina y protege de fenómenos naturales? ¿Para que sustituir lo natural prevaleciente en La Pastora, por asfalto y cemento?
Lo mejor que puede hacer FEMSA, es si construir el estadio, pero en otro lado.

Antonio Hernández.
t608138@gmail.com
Colectivo Ciudadano en Defensa de La Pastora.
http://www.sialestadioperoenotrolado.org/

sábado, 13 de marzo de 2010

Los peligros que nos amenazan: el cambio climático (Fidel Castro)

Este es un fragmento de la reflexión de Fidel Castro fechada el 7 de marzo. En este escrito, el jefe de la revolución cubana, con la experiencia de enfrentar con la organización y la movilización nacional los durísimos embates de las fuerzas desatadas de la naturaleza, habla sobre el futuro apocalíptico de la humanidad de continuar sin freno la tendencia depredadora del Capital sobre el planeta.

La humanidad cuenta hoy con siete mil millones de habitantes, y pronto, en un plazo de 40 años, alcanzará nueve mil millones, una cifra nueve veces mayor que hace apenas 200 años. En tiempos de la antigua Grecia, me atrevo a suponer que éramos alrededor de 40 veces menos en todo el planeta.
Lo asombroso de nuestra época es la contradicción entre la ideología burguesa imperialista y la supervivencia de la especie. No se trata ya de que exista la justicia entre los seres humanos, hoy más que posible e irrenunciable; sino del derecho y las posibilidades de supervivencia de los mismos.
Cuando el horizonte de los conocimientos se amplía hasta límites jamás concebidos, más se acerca el abismo adonde la humanidad es conducida. Todos los sufrimientos conocidos hasta hoy son apenas sombra de lo que la humanidad pueda tener por delante.

Tres hechos ocurrieron en solo 71 días, que la humanidad no puede pasar por alto.
El 18 de diciembre de 2009, la comunidad internacional sufrió el mayor descalabro de la historia, en su intento de buscar solución al más grave problema que amenaza el mundo en este instante: la necesidad de poner fin con toda urgencia a los gases de efecto invernadero que están provocando el más grave problema enfrentado hasta hoy por la humanidad. Todas las esperanzas habían sido puestas en la Cumbre de
Copenhague después de años de preparación con posterioridad al Protocolo de Kyoto, que el Gobierno de Estados Unidos --el más grande contaminador del mundo-- se había dado el lujo de ignorar. El resto de la comunidad mundial, 192 países, esta vez incluyendo a Estados Unidos, se habían comprometido a promover un nuevo acuerdo. Fue tan vergonzoso el intento norteamericano de imponer sus intereses hegemónicos que, violando elementales principios democráticos, intentó establecer condiciones inaceptables para el resto del mundo de forma antidemocrática, en virtud de compromisos bilaterales con un grupo de los países más influyentes de las Naciones Unidas.
A los Estados que integran la organización internacional se les invitó a firmar un documento que constituye una burla, en el que se habla de aportes futuros meramente teóricos para frenar el cambio climático.
No habían transcurrido todavía tres semanas cuando, al atardecer del 12 de enero, Haití, el país más pobre del hemisferio y el primero en poner fin al odioso sistema de la esclavitud, sufrió la mayor catástrofe natural en la historia conocida de esta parte del mundo: un terremoto de 7,3 grados en la escala Richter, a solo 10 kilómetros de profundidad y a muy corta distancia de la orilla de sus costas, golpeó
la capital del país, en cuyas débiles casas de barro vivían la inmensa mayoría de las personas que resultaron muertas o desaparecidas. Un país montañoso y erosionado de 27 mil kilómetros cuadrados, donde la leña constituye prácticamente la única fuente de combustible doméstica para nueve millones de personas.
Si en algún lugar del planeta una catástrofe natural ha constituido una inmensa tragedia es Haití, símbolo de pobreza y subdesarrollo, donde viven los descendientes trasladados de África por los colonialistas para trabajar como esclavos de los amos blancos.
El hecho conmocionó al mundo en todos los rincones del planeta, estremecido por las imágenes fílmicas divulgadas que rayaban en lo increíble. Los heridos, sangrantes y graves, se movían entre los cadáveres clamando por auxilio. Bajo los escombros yacían los cuerpos de sus seres queridos sin vida. El número de víctimas mortales, según cálculos oficiales, superó las 200 mil personas.
El país ya estaba intervenido por fuerzas de la MINUSTAH, que las Naciones Unidas enviaron para restablecer el orden subvertido por fuerzas mercenarias haitianas que, instigadas por el Gobierno de Bush, se lanzaron contra el Gobierno elegido por el pueblo haitiano. Algunos edificios donde moraban soldados y jefes de las fuerzas de paz también se desplomaron, causando dolorosas víctimas.
Los partes oficiales estiman que, aparte de los muertos, alrededor de 400 mil haitianos fueron heridos y varios millones, casi la mitad de la población total, sufrieron afectaciones. Era una verdadera prueba para la comunidad mundial, que después de la bochornosa Cumbre de Dinamarca estaba en el deber de mostrar que los países desarrollados y ricos serían capaces de enfrentar las amenazas del cambio climático a la vida en nuestro planeta. Haití debe constituir un ejemplo de lo que
los países ricos deben hacer por las naciones del Tercer Mundo ante el cambio climático.
Se puede creer o no, desafiando los datos, a mi juicio irrebatibles, de los más serios científicos del planeta y la inmensa mayoría de las personas más instruidas y serias del mundo, quienes piensan que al ritmo actual de calentamiento, los gases de efecto invernadero elevarán la temperatura no sólo 1,5 grados, sino hasta 5 grados, y que ya la temperatura media es la más alta en los últimos 600 mil años, mucho antes de que los seres humanos existieran como especie en el planeta.
Es absolutamente impensable que nueve mil millones de seres humanos que habitarán el mundo en el 2050 puedan sobrevivir a semejante catástrofe. Queda la esperanza de que la propia ciencia encuentre solución al problema de la energía que hoy obliga a consumir en 100 años más el resto del combustible gaseoso, líquido y sólido que la
naturaleza tardó 400 millones de años en crear. La ciencia tal vez puede encontrar solución a la energía necesaria. La cuestión sería saber cuánto tiempo y a qué costo los seres humanos podrán enfrentar el problema, que no es el único, ya que otros muchos minerales no renovables y graves problemas requieren solución. De una cosa podemos estar seguros, a partir de todos los conceptos hoy conocidos: la estrella más próxima está a cuatro años luz de nuestro Sol, a una velocidad de 300 mil kilómetros por segundo. Una nave espacial tal vez recorra esa distancia en miles de años. El ser humano no tiene otra alternativa que vivir en este planeta.

A solo 54 días del terremoto de Haití, otro increíble sismo de 8,8 grados de la escala Richter, cuyo epicentro estaba a 150 kilómetros de distancia y 47,4 de profundidad al noroeste de la ciudad de Concepción, ocasionó otra catástrofe humana en Chile...

jueves, 11 de marzo de 2010

La injusticia de cada día

José Javier: paciente masculino de 18 años, internado en el Hospital Universitario desde fines de enero. Casado con Mónica, de 18, con quien procreó un hijo.
Hace varios meses disfrutaban de las vacaciones de los pobres: un día de campo en las aguas del río Ramos. Un trágico descuido y la sencilla alegría del matrimonio quedó truncada para siempre.
José javier se lanzó al río. Ya no salió por su impulso propio. Se golpeó la cabeza y quedó cuadripléjico. Los socorristas ni siquiera hicieron el intento de llevarlo al Metropolitano, el hospital de los pobres. ¡Ni caso tiene, no hay servicio de neuro! --dijeron. Es decir, no hay esperanzas de contar con apoyo del llamado "Seguro Popular". Y lo llevaron al Universitario.
En su segundo internamiento, en la lucha por dar al enfermo alguna esperanza de mejoría, los médicos recomendaron una prótesis de más de 40 mil pesos. ¡40 mil pesos! ¿De dónde, si el que era sostén de la casa no tiene movimiento en sus cuatro extremidades? ¿A quién acudir, si los familiares apenas alcanzan para medio abastecer sus propios hogares?
Como agremiada a la AC "Tierra y Libertad", Mónica acudió a la mano amiga de esta asociación, a tocar con ella las puertas de la beneficencia pública. Bienestar Social del Estado respondió con 10 mil pesos. Caritas de Monterrey no tiene convenios con el proveedor de las prótesis; no pudo ayudar. Cada día en el HU representa el gasto de una noche en hotel de lujo; la trabajadora social del Universitario inició su rutina de trabajo, exigiendo a los familiares el pago de los servicios prestados hasta el momento. Rutina demoledora de toda dignidad. Al dolor de contemplar el deterioro dal ser querido inmovilizado, se añade otra tortura moral: "Tienes un adeudo creciente, tu enfermo no puede seguir aquí, si no juntas el dinero llévatelo, traes muy buenos aretes (de fantasía) pero no quieres pagar..."
Amargas lágrimas, inútiles ante el inconmovible monumento al dolor ajeno en que convierte el HU a sus trabajadoras sociales. ¡Y dicen que se requiere una carrera universitaria para esta "profesión"!
Caritas ya consiguió otro proveedor para la prótesis. Van 20 mil pesos reunidos; sólo faltan 10 mil pesos para poder operarlo. Pero antes hay que pedir misericordia a la trabajadora social.
Un moderado escrito de la AC TyL a la Dirección del HU acreditando que el paciente y su familiar no son simuladores, es turnado a la trabajadora social, que exige que la tal asociación diga mejor con cuánto dinero se va a apuntar...
Esta Asociación no tiene dinero. Tiene la convicción de que la salud es un derecho inalienable de todo ser humano. Que todo mexicano tiene derecho a la seguridad social. Que en México debe existir la atención médica gratuita universal, como en Canadá o en Inglaterra, pues la clase obrera mexicana produce riqueza suficiente para ese fin. Y que el HU es un hospital escuela, donde los médicos aprenden con las enfermedades de los pobres para poder luego curar a los ricos; algún respeto debían merecer esos pacientes que son libro abierto para el aprendizaje médico.
¡40 mil pesos! Una cifra imposible para esta familia; una semana de ingresos para un senador mexicano; una propina de cualquiera de los fabulosos capitalistas nacionales miembros distinguidos de Forbes...