jueves, 26 de noviembre de 2009

La Radio y los días. Una batida contra los centros de vicio (I)


El 1º de noviembre de 1973, una escalofriante noticia corrió de boca en boca entre los posesionarios de Tierra y Libertad: dos hombres, uno de ellos vestido de soldado, habían aparecido muertos a una cuadra de distancia de la colonia, afuera de una cantina. El asesinato había sido brutal. A un lado de los cadáveres, que yacían con la cabeza destrozada, estaban pedazos de block ensangrentados.
“Nos van a echar la paleta a nosotros, sin duda alguna” –dijo alguien adelantando la conducta de la prensa que de todo lo malo que pasaba en los alrededores culpaba a Tierra y Libertad.
“Vamos a reportar esto de inmediato a la Séptima Zona y nosotros mismos vamos a exigir que se aclare el crimen” –fue la opinión de la mayoría convocada a discutir el problema en una rápida asamblea.
Una partida militar permanecía en las orillas de la colonia desde abril de ese año, cuando la policía se declaró incapaz para desalojar a los posesionarios y los uniformados se conformaron con apalear, gasear y balacear a éstos durante una manifestación en la Colonia Morelos. Tomaron incluso a unos 40 detenidos, pero no volvieron a acercarse ni a las orillas de la colonia.
Por esa razón, delitos graves como éste eran reportados a los mandos militares, lo cual no evitó en lo más mínimo el acostumbrado trato infamante de la prensa.
Lo que dijo la prensa
El periódico El Tiempo, con el encabezado “Posesionarios matan a soldado y a civil”, publicó:
“Una chusma compuesta por posesionarios del predio “Tierra y Libertad” asesinó a golpes, pedradas y garrotazos a un soldado y a un civil. Nuevamente los posesionarios dan la nota sangrienta al actuar fieramente hasta asesinar a los dos hombres.
“Actuaron con mucha saña e impulsados por un odio superior. Según los lacónicos informes recabados, la pareja abandonó ya un tanto tambaleante el local y al momento en que caminaban a su domicilio fueron alcanzados por una chusma de posesionarios que a base de gritos y portando garrotes y piedras empezaron a golpearlos.
“Ellos quisieron defenderse, huir, pero los duros golpes los derribaron y pronto fueron víctimas fácil de la enardecida multitud.
“Esta actuó salvajemente y sin contemplaciones; ignorando todos los sentimientos humanos y con una rabia inconcebible, asestaban golpe tras golpe a la pareja. Incluso, según trascendió, aún después de muertos siguieron golpeándolos.
“Los posesionarios una vez cometido su incalificable delito, huyeron y están en el citado predio donde tiene vedado el paso la Policía. Este grupo de gente en su mayoría humilde y paupérrima, en muchas ocasiones ha sostenido enfrentamientos con la policía y al parecer son dirigidos por estudiantes y líderes.
“Según las autoridades policíacas, este nuevo hecho fue planeado y ejecutado por alguna razón de fondo, poderosa. Porque ningún grupo humano actúa así, de puro gusto. Supuestamente los paracaidistas sienten repulsión y odio por los soldados que vigilan el predio y por ello quisieron venganza, dijeron.”

La versión alucinante de “El Norte”
El 2 de Noviembre, bajo el encabezado “Impiden aclarar doble crimen”, el periódico “El Norte” publicó:
“El grupo “Tierra y Libertad” que controla a los posesionarios del Topo Chico ha obstruido las investigaciones en torno al cruel asesinato de un joven soldado y un civil.
“Pedro Rosales y Cándido García Gaytán, quienes dirigen dos grupos de agentes de la Policía Judicial, afirmaron que los posesionarios han impedido todo tipo de investigación dentro de sus dominios.
“Los investigadores no han podido penetrar en la zona de seguridad de los agitadores en cuyo cuartel general, que ellos denominan dispensario, se supone hay gran cantidad de armas.
“Desde allí, conocidos terroristas han arrojado la violencia sobre las estructuras políticas y sociales del país, escudándose en la ´clase proletaria´.
“Uno de los propios colonos llegó a asegurar que el agitador Gustavo Adolfo Hirales Morán dirigía frecuentes sesiones subversivas en Topo Chico antes de ser capturado en Sinaloa.
“Ante la imposición del terror y la pusilanimidad de la gente que vive en ese lugar, no se han conseguido testigos del doble asesinato. Los investigadores han advertido un silencio obligado entre los vecinos próximos al sitio de la tragedia.
“La decidida intervención del Ejército no sólo podría aclarar este caso, sino otros actos subversivos contra el gobierno constituido y posiblemente hasta el asesinato de Don Eugenio Garza Sada”.
Continúa.

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