viernes, 21 de agosto de 2009

La radio y los días: El asalto de la Policía Judicial


La madrugada del 22 de agosto de 1973, la Policía Judicial del Estado portando armas de alto poder penetró en la Colonia Tierra y Libertad para tratar de rescatar un camión torton propiedad de la pedrera de Jerónimo González.

El día anterior, una violenta detonación partió de esta pedrera, lanzando una lluvia de proyectiles a cientos de metros, mortales si hubieran alcanzado a alguna persona, pero en esta ocasión los peñascos sólo perforaron los techos de algunos domicilios o destrozaron las endebles paredes. ¿Y la próxima? -preguntó la gente en la asamblea convocada de urgencia. ¡Mejor que no haya próxima! -fue la conclusión unánime. Se había insistido al pedrero en que bajara la carga de los explosivos y no hacía caso. La asamblea acordó tomar un camión como garantía de que Jerónimo González haría las reparaciones necesarias y que además se comprometería a no volver a poner en riesgo a los vecinos.

Sin embargo, lo que ocurrió fue la incursión violenta de los judiciales. Protegiendo con sus patrullas una grúa, al empezar a enganchar el camión fueron descubiertos por los primeros vecinos que salían a sus trabajos. Dieron éstos el grito de alerta y de inmediato la gente salió de las viviendas.

Los judiciales no esperaron más. Primero al aire y luego a los bultos, dispararon a discresión. Hombres y mujeres no se arredraron. Sin más armas a la mano que las piedras que en generosas cantidades abundaban en estos suelos, pusieron en fuga a los agresores. En su desesperación, éstos no pudieron hacer arrancar a una patrulla y la abandonaron. Cuando Juan López llegó con el ojo vaciado por una esquirla y otro camarada fue levantado de en medio de la calle con una pierna baleada, la furia colectiva se descargó sobre la patrulla, que en unos minutos quedó desmantelada y su esqueleto metálico fue por muchos años recuerdo para los propios y advertencia para los ajenos.

Ahí mismo se decidió que la cuenta por cobrar al pedrero había crecido. Una multitud se lanzó a cerrar el negocio y regresó con un camión más y una enorme pala mecánica. Mientras noticieros y periódicos comenzaban a dar a conocer su torcida versión a toda la ciudad, como lo hizo "El Tiempo", con esta nota que más que coraje, causó risa a los lectores: "La prudencia de la Policía Judicial al mando del Capitán Rafael Carpio evitó que corriera la sangre en el Topo Chico... Pedradas y balazos pasaban rozando al Capitán Carpio y a sus agentes. Este actuaba adelante y ordenó a sus hombres lanzar tiros al aire... Los judiciales perdieron en el enfrentamiento una de sus patrullas, obrando con prudencia para evitar el derramamiento de sangre, en particular de mujeres y niños, a quienes los revoltosos siempre echan por delante".

Jerónimo González aceptó hacer las paces con los vecinos. Publicó un desplegado negando que él hubiera solicitado la intervención de los judiciales; pagó una indemnización a quienes sufrieron daños en sus viviendas y a los heridos, así como una aportación para la construcción de la escuela. El Gobernador sufrió la afrenta de ver sus fuerzas rechazadas una vez más por los posesionarios y ser rechazado al mismo tiempo por el dueño de la pedrera a quien decía proteger. Los medios de difusión se quedaron otra vez con el deseo de ver arrasada a la colonia Tierra y Libertad...

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